Crear hábitos nuevos y sostenerlos aún después de que pase ese subidón de motivación, o dejar hábitos viejos, parece a veces muy complicado.
Y razones hay muchas: por ejemplo, que priorizamos el placer del momento sobre el bienestar del largo plazo.
Pero mejor que ver los porqué no, hoy quisiera traer los porqué sí.
Hablemos de:
1. Por qué los hábitos son tan importantes.
2. Cuál es el camino para mantenerlos.
Pero antes una historia.
Manuela es una chica muy disciplinada y admirada por sus amigas, que corre en maratones.
Lo que casi nadie ve es que Manuela todas las mañanas:
- Se levanta
- Se pone la ropa de deporte
- Camina al gimnasio
- Se sube a la trotadora
- Trota 1 hora
- Hace estiramientos
- Camina de vuelta a su casa, etc.
Y dado todo eso, le es posible correr maratones.
Pero ojo. Hay un par de secretos en esta historia.
A Manuela en realidad le da pereza ir al gimnasio, porque preferiría dormir más. Por lo tanto tiene la costumbre de poner la alarma lejos de su cama, para tener que ponerse de pie a apagarla. Y una vez de pie, al lado de la alarma, se topa con su ropa de gimnasio y sus zapatos de correr.
Y aún así duda de ir al gimnasio.
Es ahí cuando empieza a sonar en su teléfono la misma música que oye cuando trota, que evoca esa sensación de energía vital que experimenta después del ejercicio. Un recuerdo que le permite sobreponerse a las ganas de tirarse sobre la cama de nuevo.
Así que hoy, solo por hoy, decide ponerse la ropa y salir de su casa camino al gimnasio.
1. Por qué los hábitos son tan importantes.
Los hábitos no dejan de ser simplemente acciones recurrentes.
Y, como vemos en la historia de Manuela, esas acciones recurrentes pueden ser muy pequeñas. Cómo por ejemplo poner la alarma lejos de la cama. Pero sumadas se vuelven una cadena de acciones que en perspectiva parecen una gran y única acción. Como es ir a trotar o correr maratones.
Si somos conscientes de que esos hábitos están compuestos de mini acciones, nos daremos cuenta también que podríamos describirlo como mini decisiones. Decido ponerme la alarma lejos, decido ponerme de pie, decido vestirme y decido salir de mi casa.
Curiosamente mis acciones y mis decisiones van marcando mi personalidad y viceversa. Por eso a primera vista Manuela nos puede parecer súper disciplinada por ir todos los días al gimnasio.
Y nuestra personalidad nos va encajando en una identidad tanto pública (de imagen ante los demás), como privada (lo que pensamos de nosotras mismas).
Algo así:
hábito ← acción ← decisión ← personalidad ← identidad
¿Pero qué fue primero? ¿El hábito o la identidad?
¿Dado que soy disciplinada voy todos los días al gimnasio? ¿O dado que cada día voy al gimnasio me he vuelto disciplinada?
Solemos creer que es la primera. Que somos de una determinada manera. Pensamos que tenemos una identidad fija y estable y ésta nos permite hacer algunas cosas y otras no. Como ser disciplinadas o ser indisciplinadas.
Y esa forma de ver nuestra identidad nos limita enormemente a crear nuevos hábitos y nuevas realidades en nuestra vida.
Podemos cada día hacer pequeñas acciones que acumuladas en el paso del tiempo nos creen una nueva identidad. Y probablemente al principio los demás nos reconozcan en esa nueva forma de ser y nosotras sigamos pegadas emocionalmente y mentalmente a la anterior. Puede que Manuela sienta que engaña a los demás cuando le dicen que ¡qué disciplinada es!, porque ella sabe de su gran pereza de madrugar y está atada a una identidad de "soy perezosa".
Pero con el pasar del tiempo, sus pequeñas decisiones y acciones crearán un historial que le permitirá soltar esa creencia sobre ella misma. Y no solo cambiará su creencia, sino su experiencia de la realidad y por lo tanto el rumbo de su vida.
En este episodio amplio las 5 razones para observar tus hábitos.
¿Cuál es el camino para sostener mis hábitos?
Quisiera tener una sola respuesta para esto, así que intentaré hacerlo lo más sencillo.
Hay una propuesta muy interesante de James Clear en su libro Atomic Habits que habla de hacer el hábito:
Lastimosamente con solo los enunciados no queda tan claro, ni recoge todo el valor, así que les recomiendo la lectura. Pueden obtenerlo aquí.
Y yo le sumaría dos cosas:
1. Trabaja en tus creencias:
Reevalúa los juicios que tienes respecto al hábito y a ti misma. Por ejemplo: "Yo no sirvo para eso", "Eso no es para mí", etc.
¿Es realmente así? (aquí puedes trabajarlas)
2. Incluye tu cuerpo
Por último, y tal vez para mí lo más relevante: incluye el cuerpo en el aprendizaje del hábito. Es decir, logra que sea el cuerpo, en modo automático, el que haga la suma de las pequeñas acciones.
Así como nos lavamos los dientes sin pensar, o cerramos la casa al salir, o marcamos un teléfono que incluso luego no nos sabemos en voz alta. Así como montamos bicicleta o nadamos, sin pensar a qué pie o a qué mano le toca el turno.
Probablemente Manuela, después de un tiempo haciendo esa rutina, se vestirá en automático, saldrá de su casa en automático y tomará consciencia del día apenas en el momento que llegue al gimnasio o una vez esté sobre la trotadora.
Y si crees que el hábito que quieres crear no es corporal, búscale la corporalidad en la rutina.
Incorporar (meter en el cuerpo) las acciones, hace que puedan realizarse en piloto automático y cada vez te cueste mucha menos energía efectuar la acción o tomar la decisión.
Te dejo los enlaces al episodio de la serie 5 razones:
5 razones para observar tus hábitos
¡Cuéntame en los comentarios qué descubres!