Muchas mujeres sentimos presión por ser buenas personas. Y esto, la mayoría de veces, nos lleva a evitar el conflicto, es decir, a quedarnos calladas en situaciones que nos molestan o a involucrarnos en circunstancias que queríamos evitar. En ocasiones se nos vuelve casi imposible decir no y terminamos haciéndonos creer a nosotras mismas que

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